lunes, 8 de junio de 2015

Convocatoria IX Encuentro de Grupos de Recreación Castillo de Peracense 1215/2015

Convocatoria IX Encuentro de Grupos de Recreación Castillo de Peracense 1215/2015


LA CRIDA DE PERACENSE

¡Oíd, oíd todos!
 
¡Barones del reino, infanzones y mesnaderos de toda la frontera, pero también cuantos hombres de prez y valor pobláis las riberas del Jiloca, oíd! ¡Escuchad cuanto que deciros tiene este escribano del Castro y Villa de Perancese, pues por mi boca habla nuestro muy honrado señor, don Sancho de Antillón, y por la suya habla el bien del reino! ¡Oíd, pues!

Todos sabéis que a fines del pasado año, contado como el 1214 desde el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, el pequeño infante, don Jaime, fue jurado en Lleida como hijo y sucesor de nuestro amado rey don Pedro, de buena memoria y a quien Dios. a pesar de todo, tenga en su seno. Es ahora, pues, don Sancho, conde del Rosellón, quien detenta la Procuraduría General del Reino de Aragón y aragoneses y catalanes le dimos, para bien de todos, buenos y probados consejeros que le ayudaran en su labor. Y estos buenos hombres, enterados de que el Apóstol ha convocado concilio de todos los santos varones de la Santa Madre Iglesia en San Juan de Letrán, han resuelto enviar embajada a Roma que reclame la corona para don Jaime y el cuerpo de don Pedro para que podamos darle el honroso y debido sepelio que merece, que nuestra cumplida venganza ya vendrá después. Y tan importante es esta que embajada que, Incluso uno de aquellos consejeros reales, don Ximén Cornel, hallándose vacías las arcas reales, ha puesto las libras jaquesas necesarias para armar galera y financiar la embajada entera…


Pero, en tanto esto llega a su buen fin, también sabéis que son muchas las jaurías de alimañas que atraviesan el reino y buscan su provecho en nuestra actual debilidad; incluso alguna de ellas está dirigida por un lobo mitrado de sangre real, disfrazado de cordero, con cado y lobera en las faldas de Montearagón.
Por eso, es llegado el momento, dice mi señor y así se lo ha pedido que haga pública crida el Consejo Real, de que todos cuantos servís al honor de la casa de Aragón en estas tierras, acudáis a recogeros tras los rojos y firmes muros de nuestro Castillo, muro de la frontera, honra y prez del reino.
Venid pues. Venid con nosotros, con toda vuestras mesnadas y compañías o solo con vuestras armas solas: espadas, lanzas, caballos o ballestas. Venid con vuestro probado valor y sirvamos todos al que ha de ser nuestro señor rey, nuestra espada y nuestra justicia.
Y mientras así llegáis, a mí me toca inventariar y dar fe ―bien que me lo ordena don Sancho de Antillón, mi señor y por quien detento el oficio― de cuanto en los almacenes y armerías del castillo se guarda y puede proveer y bastir a la causa de don Jaime y de la verdad. Y en ello me hallo, registro a registro y renglón a renglón. Nada dejaré de anotar ni de, cumplidamente, reseñar para que nada se olvide, surta el efecto que debe y cumpla el fin previsto.
¡Venid, pues, y os honraréis! ¡Venid al Castillo de Peracense y, todos juntos, defenderemos frontera y tierra! ¡Venid al Castillo de Peracense y, unidos, sostendremos reino y corona! ¡Venid!
 
 
Dado en el Castillo de Peracense, en las nonas de mayo del año del Señor de mil doscientos quince, por mandato del señor de Antillón y mano mía, Blasco, su escribano y notario.
 

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