martes, 10 de septiembre de 2013

ALBADA DE LA PARTIDA.


 
ALBADA DE LA PARTIDA

Pluguiera a Dios Nuestro Señor apiadarse de mis penas y hacer que el alba venga rauda y serena, pues eterna se me hace esta negra noche, larga y dura, que socava hora a hora, con dudas y temores, la esperanza que deseo arraigar en mi corazón. Pero, aunque no quisiera tener que abandonar esta villa de Teruel, cuya hermosura y sosiego tanto solaz traen a mi espíritu, me veo obligado a hacerlo. Mañana en la mañana, al alba, marcharé en busca de mi destino. ¡Quiera Dios que venga pronto hora, mérito y prez!

Mi señora y dueña, doña Isabel de Segura, a cuyo amor y servicio me entrego como el buen vasallo a su señor, ha jurado, contra la voluntad de su padre, esperar mi regreso. Y confía en que yo sabré hallar la fortuna que, antes de cinco años, habrá de sellar, ante el altar de Santa María de Mediavilla y ante el mundo entero, nuestro amor y nuestra unión, pero me destruye el temor de no ser capaz de estar a la altura que su amor y su honra merece. ¡Malhadada sea la mala ventura que me hizo nacer por debajo de la natura y con menos haber que los Segura!

Así, ni duermo ni velo, y quitarme de la cabeza no puedo los versos que, en las vigilias de la campaña de Ademuz, trabé con mi querido amigo y gran trovador, Girau de Lavaur. Premonitorias palabras me parecen ahora aquellas que, al calor del fuego, recitábamos en su romance extraño.

«L’alba pres no ven
e’l ser no s’en vai,
e tant so’m displai
que poc perdre‘l sen,
si, ancs servir lo rei,
a Isabel non vei,
puei's sol de mon ben.
e volc que’m laisse
so darrier baisse.»

¡Ah, qué lentas discurren las horas! Ni siquiera han tocado todavía a laudes las campanas de San Martín. Más no puedo soportar esta espera y, si he de tornar un día, rico y honrado, cuánto antes parta, antes satisfaré sus deseos y los míos.

Y aunque aún no sé a qué señor serviré, ni conozco a dónde iré, si a España, a Tolosa o a Jerusalén, justicia y derecho siempre mantendré. Pero juro, por Nuestro Salvador, que pobre o sin honra jamás tornaré y, cuando lo haga, si así Dios lo quiere, el beso de Isabel y la bendición de su padre, entonces, bien me cobraré.

***

Los miembros de la Mesnada «Fidelis Regi» acompañarán a Diego de Marcilla en su forzado extrañamiento, pues obligados son de servirle y ayudarle en su empresa, ya que su honra, prez y beneficio serán también los de todos nosotros.

Los días 4, 5 y 6 del mes décimo del presente año del Señor, atendaremos nuestro real en la Plaza de los Fueros de Teruel a fin de esperar y recibir a nuestro juramentado señor. E invitamos a todos cuantos deseéis participar en esta esforzada empresa a que junto a nosotros acudáis y compartir así, campamento, mesa, mantel y juegos de armas, destrezas y, aún si se tercia, versos y demás artes del buen caballero.
_____________________________________________________________________
(1) El alba no viene rauda y la noche no se va, y tanto eso me perturba que puedo perder el entendimiento si, antes de ir a servir al rey, a Isabel no veo, pues es el sol de mi bien y ansío que me deje un último beso.
 
 

No hay comentarios: